jueves, 29 de abril de 2010

UNA CONTRADICCIÓN: LA VIDA



Andamos sin saber .. por un camino crujiente, lleno de piedras ardientes, de luceros de colores, de cielos perdidos en mundos infinitos y desconocidos.
En una torre aparece un farol, con un canto incierto, la luz de la esperanza se esfuma y contiene la salvación de un instante efímero, que se vivirá intensamente y que se negará en la víspera, como una afirmación de la existencia del olvido.
Un vínculo que se consolida a medida que se destruye. Una relación que surge en la desaparición de eso que fue y ya no existe. El poder constituyente que se basa en las fisuras de la incertidumbre, en la comodidad de la penumbra, en el secreto de lo innombrado.
Tiempos que se dilatan en corazones de hielo, gaviotas de agua dulce dispuestas al duelo. Corazones al descubierto que se ubican sin desenfreno en una pista de dolores y matices, de pulsiones y vuelos, de ciudades en ruinas, de montañas en espera, de besos repartidos, de ojos encendidos, de demencias pasadas.
La vida, como una confluencia de pasión y muerte, una muerte que llega como máximo placer, una añoranza que se erige en aparición y mata al negociante. Una partida que no se puede jugar, un jugador que es marioneta, una competencia indefinida y entretanto... irresuelta.
Los colores son sus almas. La vida aparece para revelarlos.
La vida y la muerte integradas. Ellas existen en su interdependencia.
No hay luz sin oscuridad, no hay colores sin sol. No hay frío sin fuego.
No hay noche sin Vida. Así sólo sea como una evocación o un sueño.

“Soy la triste lavandera
que va a lavar su ilusión,
el amor es una mancha
que no sale sin dolor…“

La lavandera – Violeta Parra

domingo, 25 de abril de 2010

VENGO DE UNA CIUDAD DE COLORES Y DUENDES


El lento y llanto pesar, una noche encubierta en la penumbra, las manos que teclean los recuerdos que se fueron y que siguen estando en las enrramadas de los árboles muertos. Los duendes pintaban el río, sólo se requería andarlo, las terrazas eran invitaciones y las invitaciones eran terrazas, y los duendes eran río.
Luego llegaron las nubes, el viento y el vuelo de un tiempo lejano, lleno de colores y ensueños, a veces aparece de nuevo, se viste de mar, de selva y de flor. Se refugia en un rincón del alma y se esfuma al corear el alba.
¿Será que no toda distancia está perdida? ¿Será que la sinfonía aún no está compuesta? Tal vez no lo estará jamas. Tal vez el artista siga volando en su lienzos, tal vez el paracaidista decida soltar el seguro, tal vez la verdad este a tiempo de ser descubierta en medio de una multitud de verdades iguales, quizás el fantasma se muera, ¿será posible extrañar y no extrañar tanto?

martes, 6 de abril de 2010

LOS COLORES DE LA NOCHE




















En la noche:
¿dónde habitan los colores?
¿se van a dormir?
y entonces .... mientras tanto...la lluvia cae, los rayos y sus estruendos anuncian la llegada de una nueva tormenta.
¿Qué trae ahora? La pregunta latente.
¿Cómo se llenan los lienzos de color cuando la vida se desvanece?.
No se puede evitar que el círculo se pierda en sí mismo, como una botella desbordada, como un alar enredado, un balcón ausente, una mirada imposible, un tono indiferente.
La historia anuncia un tiempo-ahora politizado, deberíamos estar gritando, aunque sea en el silencio, pero los colores se van en la noche, nada queda.
La filosofía traduce la esperanza en teoría, conceptualiza corazones y la razón hace fiestas en el palacio del bicolor, una vida en blanco y negro, aún sin revelar.
Una vida irreal. La vida onírica tiene sus propios matices.
Una vida azul, profunda, oscura y secreta.
Una vida roja, desangrada pero palpitante.
Una vida naranja, como un atardecer de sueño.
Una vida violeta, disipada en el horizonte.
Una vida verde, como la montaña que nos hace respirar.
Una vida amarilla, como ese sol que nos da la guía.
¿Y ahora?, ¿en el instante?, un lienzo vacío, una vida en quietud,
una lluvia que cae, lavando la cara del artista,
plasmando el color gris-azul de la muerte en la distancia.
Por eso los escarabajos preferimos amanecer.
Las gaviotas -aunque dormidas- anuncian un cielo de mil colores, donde se vislumbra un color imposible, en un cielo que es el lienzo de los soñadores, que se resisten a la pequeña muerte y que llevan consigo las huellas de la añoranza.
Colores y guerra, verde oscuro, sangre de inocentes pisoteada.
Colores y arte, un cuadro surrealista que rescata el marinero perdido, el pintor de los dedos de cristal y el rostro sin revelar de la muchacha en la ventana.
Colores y misterio, un libro por escribir, relatos por narrar, bocas negadas.
Colores y símbolos. Un lienzo roto, en una noche de lágrimas y ausencia.
De dolor y vacío. de angustia y soledad.
De recuerdos que se fueron.
De días que ya no serán más.
Colores y diversidad, la pluralidad que encarna la esencia natural,
la creación, la permanente posibilidad.
Colores y utopía. Un corazón vital, que está en una cuerda floja, donde la contradicción irresuelta, marca y desdibuja el devenir rizomático de la historia que se desenvuelve entre el amor y la política, entre el corazón y el poder.
Mil colores que no alcanzan a contemplar el rostro de la mujer amada, que se evade entre las sombras de una noche en la que fue tan nuestra -y al mismo tiempo- tan lejana.



lunes, 5 de abril de 2010

A propósito de: "LLORARLO TODO, PERO LLORARLO BIEN"




















La nostalgia llega como un papel de servilleta que hace apología a un instante profundamente vívido. La nostalgia se va y nos deja vacíos. El sentimiento surge de una metáfora, de una pequeña demencia, de una locura traviesa, de una aventura compartida.
Sentimiento y nostalgia van de la mano, por las calles, por los parques, entretejiendo paisajes y almas, que desbordadas no encuentran otra forma más de ser,que juntándose. Es esta voz que dicta lo que escribo, es esta luz que ilumina la oscuridad, y que se hace comprensible en el gesto del encanto. La nostalgia -es acaso- esta sensación que va y viene como las olas del mar, como la ausencia de esto que está, pero también de su clara temporalidad. La nostalgia es presencia.
La melancolía es pasado, es ausencia real, es lágrima indestructible, es tiempo inaprensible, es no poder modificar inconscientemente el recuerdo, ni del dolor, ni de la alegría. Tal vez ocultarlo, pasmarlo o plasmarlo, reconociendo su efecto, su huella en el cuerpo marcado por las señales del viento, del mar, de la lluvia, de una tarde de domingo que ya no existe más, de un viaje que no se puede repetir, de un vuelo que ya no se verá más, de un recorrido infinito entre montañas de mil colores, que siempre se hará otro.

domingo, 4 de abril de 2010

TIEMPOS RELATIVOS Y CONSTANTES


A veces la verdad está sometida a negaciones recurrentes y el tiempo del mismo sujeto se pierde tras la sonada de un bandoneón o tras la sonrisa de la mujer amada.
La verdad ha sido catalogada de falsedad. El sujeto opta por reconocerse demente y deja de ser un sabio. Los miedos merodean la montaña, el tiempo es uno y es infinito, es relativo y es constante, es diferenciado para cada vivencia y para quien lo vive, el tiempo está fragmentado en cada mente, el tiempo está perdido en este instante, el tiempo se aleja y regresa vestido de memorias irreales, que han sido manipuladas por el inconsciente para dejar una huella en una memoria que hace inexistente la vida, y el sonido inicial de ese bandoneón que se cruza, en el destello de esa mujer bien amada.