Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino es también la luna y el espejo... Julio Cortázar
Luego de regresar del abismo, el poeta insiste en un vuelo surreal. Se inserta en un mundo espejo, espejos grandes, espejos pequeños, los espejos lo persiguen, lo asedian y el poeta advierte un nuevo placer, los goza.
Los espejos acechan, aportan la conciencia de sí que a veces se escapa. Los espejos aportan una extraña noción de realidad, de materialidad sensible, de veracidad. Pero a veces los espejos mienten. A veces, incomprensibles muestran otra imagen. Otras veces en cambio, confrontan, asustan, hace que se les tema por su reflejo. Y otras últimas seducen, encantan con el misterio de reflejar lo imposible, lo imprevisible, la fatalidad.
Todos estamos en el mundo a pedacitos, como pedazos de espejo que vagan por el mundo. Cada reflejo queda atrapado en el instante, la eternidad no se refleja, le teme a su infinitud.
Espejo-acto, espejo-mentira, espejo-máscara, espejo-verdad.
¿Cómo se desnuda la verdad frente al espejo?