domingo, 16 de febrero de 2014

De gitanas enamoradas - Primera Entrega






La música traduce en notas los sueños desperdigados en mil caminos. El Amor aparece en el rostro de la gitana y se erige una historia de luces, de palabras, de sentidos y de emociones, que incesantes renuncian a parar. Un tiempo sin tiempo, un tiempo que toca la infinitud, en espacios llenos de vértigo, alegría, ensueños, dioses y demonios. Un híbrido de energías que traen calle, historia, peligro, demencia, libertad y ansías de comerse el mundo entre dos. Un mundo de chocolate, que es tan dulce como ácido, que es tan blanco y negro, como multicolor, profundo como leve. Con manos que extienden tranquilidad, miradas que procuran sinceridad, pestañas que bordean ternura, y la mente interesante de un hombre que envuelve y debate, e invita hacía una forma de caminar conjunta, en la que pareciera siempre que se estuviera volando. 

El Amor es un hombre que vuela, que sueña, que descubre y crea, que se acompaña de la fuerza vital para construir, para revelar y rebelar. El Amor aparece en el relato de la poeta, que aunque temerosa, empieza a parafrasearlo, para acariciarlo desde la palabra y darle más piel, a tanta piel mezclada con dulzura y sensibilidad. Un Amor para disfrutar, para comerse a besos de nube, para pintarlo en el agua y para escribirlo en el cielo, un Amor para soñar nuevos mundos, para gritar indignación, para viajar por lo desconocido, para develar encantos ocultos, para compartir vidas voladas, para perderse en un sombrero de mago y redescubrirse en otro planeta -cuando sea necesario-, para demostrarse día a día que es un capricho que puede durar -sí se quiere- 135 años. 

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