miércoles, 23 de marzo de 2016

Valdivia: Un grito histórico que aún no vibra, pero hoy nace- Dos homenajes sin hacer, por ser enemigos, se conjugan en su fruto.Enemigos en su igualdad:la fuerza que da la independencia.




Un grito surreal que ni siquiera las feministas quieren dar. Un grito libertario.
Mujeres fuertes que gritan porque no han podido ser.
Piensan y sienten, pero es el instinto el que les da la fuerza, y es su naturaleza biológica bien utilizada.
Razón a fines, a afectos y a tradiciones. Weber en pie ante Marx revolucionario. 
Leal con su pueblo fue Cleopatra, con ella muere no sólo su hijo, sino la dinastía egipcia.
Maquiavélica, en uso de su razón; da su vida y no porque otro -que no la merece- se la quita, digna, ella misma la acaba. Todo tiene su final. También así el sufrimiento, el poder y el dominio.
Da su vida por su pueblo, aunque algunos miopes sólo ven placer encarnado en una boca y unas caderas.
Una verdadera mujer -como ella- sabe si dará hijos, y si los da, a quién se los da y a quien jamás le entregará su vientre. Sólo porque la mujer se adelanta al futuro y sabe que personajes o que clase de monstruos es capaz de crear su hálito vital. El infra-mundo sólo crea seres para la muerte.
Una mujer fuerte, procrea hijos débiles, por no decir sensibles, fuertes de otro modo, es la naturaleza incomprendida.
En una mujer se agota lo bueno y lo malo, ambos potenciales, los extremos morales, éticos y justos, en ella se recrea la posibilidad de la destrucción y el sometimiento; o la potencia de vida, construcción y libertad.
Un momento para definir la naturaleza humana, ¿qué se demanda? ¿quién le pide y es capaz de darle Amor en su violencia? es la gran pregunta. No existe nada más hegemónico que el Amor. Por eso perdura.
Ahora una nueva y singular pregunta ¿qué nos mantiene y nos mantendrá vivos?
El sexo es efímero, pero potencia creativa y creadora.
El amor en cambio, cambia de forma, se engrandece con el detalle, que es lo mínimo y lo da todo porque es generoso y se materializa en el dolor y en la angustia. Allí se ve su rostro.
Dos homenajes por hacer: El deseado y el inesperado.
¿A quién se valora más? Siempre la fuerza, pero expresada de mil formas.
¿La fuerza por la valentía y el orgullo? o ¿la fuerza por la razón y la violencia? 
Ambas conjugadas.
¿La guerra defensiva? o ¿la guerra justa?. O ¿ambas?
La fuerza siempre débil, con talón de Aquiles. La fuerza siempre con su punto de quiebre.
¿La fuerza por el sacrificio o el orgullo?
O ¿La fuerza por la libertad y la lucha contra el miedo?
Para saber al final que el miedo no existe, que se derrota ante la muerte. Quien la conoce lo sabe. Pervivimos por lo que somos y enseñamos con nuestro ejemplo en la sobrevivencia y en nuestra consecuencia.
Cada día con su afán y su pregunta. 
Una gitana inquietante, que jamás despide a los que se van, porque los vivos que mata, permanecen por lo que son y quisieron ser; y los vivos que se mueren, jamás se van, la habitan y la constituyen en la confusión y el desencanto y aunque triste, la rescatan para que disfrute esta vida, porque es un regalo y no tiene más. Esa es su alegría. Sólo ser.
Hay gente que pasa sin dejar rastro. Ella tiene tres libros por escribir, el tercero, el más difícil, es su huella, su dolor.
Son tres libros por poner en práctica. La inquietud por saber conjugar la sensatez y la fuerza. Una mujer indomable y obstinada que murió sin dejar sus lágrimas, sin saber a qué sabían. Un hombre libre y pleno, atado por el sentimiento como ella, que cuando tuvo que llorar lo hizo, pero reconoció pronto dónde anidaba su felicidad y luchó por vivir a su lado; y lo logró aunque el mundo se opusiera. 
Ambos instrumentos de la afectividad y luchando contra ella. Intentando que su razón les permitiera conocer el mundo, ambos a su modo, ella con la frustración de saber qué es la vida, creyendo haberla encontrado y él hallando el secreto y disfrutando, sin perder las ganas de vivir, sólo hasta el final, como todos seremos ante la muerte-
Enemigos entre ellos por querer la inteligencia, parientes de la locura que se gestaba y era
una gaviota que no parará de volar hasta que se muera, ya no en el cielo, porque no cree en abstracciones, sino en el Amor que la doblega y exige hábitos, conductas, prácticas y señales, pero no atada (depronto se miente). Una mente libre que quiere volar con su Amor, comerse el mundo, conocerlo, y mostrarle al Amor ¿qué es el Amor? ¿qué es la vida?
Un grito de emancipación en pareja, colectivo, una liberación conjunta para que la razón y el sentimiento puedan ser, para que a diferencia de sus parientes comprenda que amar no es atar, sino potencia creativa, razón de ser y hacer, una gitana enamorada, una gaviota enamorada del Amor, pero una gaviota con alas extendidas y pies en la tierra. Una Valdivia que no degolla y descuartiza a su hombre porque le teme (aunque no lo reconozca), sino una mujer que quiere ser y dejar ser, es una inclusión perfecta en dónde la moral se subvierte y nadie juzga.
Erasmo de Rotterdam resucita, y la locura, potencia creadora, que todo los posibilita, nos transforma y nos hace ser cada día nuevos, y nos sorprende con el mañana del que nada y todo sabemos, nada por las pulsiones, porque la razón es reaccionaria y los afectos no. Todo porque la historia nos marca un camino distinto. 
Sí en realidad la gitana es una Valdivia no quiere generar llanto por sometimiento, sino llanto de alegría por ver concretada la libertad en una mujer que ama su compañero y lo potencia para que se realice con su inteligencia y su emotividad, y si en ese camino la elige a ella, no a la Venus de Valdivia, perfecta, sino a ella, humana, la Valdivia, una mujer temporal, efímera, que le comparte sus ganas de vivir y de compartir su vida, su inteligencia y su libertad, bienvenido sea para siempre, que es hoy, mañana y siempre.
El Amor se ha ganado su lugar por su valentía, su entereza, su estrategia y sus ganas de disfrutar el hoy que es mañana, es historia y es siempre. 
El Amor es la razón de vivir de la gitana, que a diferencia de la abuela y del progenitor, es más fuerte que ninguno por su persistencia, por saber lo que quiere (así sean problemas o aventuras), porque es incondicional y aunque olvida y no todo no lo olvida, sabe que la gitana le pertenece por una lucha constante y porque ganó con su razón y sus afectos. Nadie ama más que el Amor. Nadie encuentra en la gitana la potencia de todo lo malo y lo bueno que la poeta puede ser. Nadie la conoce más. Nadie la puede amar más. En el Amor dialoga la fuerza y el afecto de la gitana y cede ante su encanto. Un año después y la gaviota sigue enamorada, encontró la libertad hecha hombre en el Amor. 

Una gaviota demandante, que idealiza el Amor en su razón. En su pensamiento, en sus afectos y en su deseo ama intensamente el Amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario