La búsqueda de equilibro se suspende en la cadena de los pájaros que vuelan.
El tiempo se convierte en el vagón de miradas lejanas imaginarias.
La cadena se rompe y la balanza sonríe y se menea victoriosa.
La balanza tiene una complicidad oscura con el tiempo.
La balanza es una excelente camarada del olvido.
El tiempo le avisa a la balanza, que el olvido si existe y el costo es tan alto, que desbalancea la balanza.
Pero la balanza vuelve a reírse y sarcástica afirma que todo tiene un límite y un tiempo.
No siempre se pesan las mismas alegrías y las mismas tristezas.
La memoria a veces no da para tanto.
La balanza mide en el tiempo-ahora, la cadencia y la altura de los pájaros que sobrevuelan el cielo, no los cielos antaños, no los cielos limpios e inocentes, no los cielos rojos y turbulentos.
Mira este cielo, mira sus pájaros, mide el vuelo y se marcha.
Así, tranquila, expectante e imponente, la balanza siempre mide lo que quiere.
Lo que la balanza pesó ayer, no pesará igual mañana.La balanza es un instrumento tan histórico como el tiempo.
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